domingo, 15 de marzo de 2020

Sábado 14 de Marzo: Abastecimiento

No cesaba la Junta del Morbo de tomar prudentes medidas para combatir el mal. El 26 de Julio publicó un bando, exhortando a los vecinos á que se alimenten bien; pues ese era el mejor preservativo contra la peste. Al efecto, les dá licencia previa consulta con personas doctas en Teológia, para que puedan comer carne los viernes y los sabados y los dias de ayuno sin escrúpulo alguno. Es un bando curioso y lo copiamos a continuación:

«Ara ojats, quens fan á saber de part del señors de la Junta del Morbo á qualsevol prsona de qualsevol estat y condició que sia, considerant que pera presercació de les malalties de contagio que Deu nostre Señor nos castiga, per nostres demerits y pecats, lo remey major, despres de servir á nostre Deu y Señor, es menjar bons aliments, pero ço, presehint consulta de persones doctes de Teología y Medicina, an acordat dar llicencia, facultad y permís, pera que sens escrupul ningú, tots en general, així divendres y dispates como dies de dijuni, puguen menjar carn».

Escaseando ya los viveres, sobre todo las aves y los huevos, publicose otro bando para que, bajo la pena de 25 libras, «ningú puga vendre, comprar, ni traure gallines, pollastres, ous, forment, farina y qualsevol otro género de bastiment».

También en otro bando se mandaba talar, bajo la pena de tres libras, todos los campos de berenjenas; que los melones no se pudisen vender sin marcarlos, para cerciorarse de su bondad, y prohibiendo en absoluto la venta de pimientos.


Epidemia de peste de 1647-1648 en Castellón
Extraído del «Libro de la provincia de Castellón», Juan A. Balbas.
 Páginas 250-260 en la 1ª edición, año 1892.

A las ocho de la mañana salí hacia el mercado, poca gente por la calle, la poca que había llevaba el mismo destino, así que yo corría para llegar antes que ellos, no sea que se acabara el pollo.

Pero quien mucho corre pronto para; en la carnicería me esperaba una cola de seis u ocho personas. El numero era variable porque había quien se iba a otra parada y volvía periódicamente y quien se iba definitivamente porque su pareja había conseguido pollo en otra parada.

Cuando la persona que me precedía volvió por enésima vez de otra parada y tuve que indicarle a quien debía esperar, no pude evitar saltar y pedirle por favor "tate quieto", porque íbamos de cabeza informando a los nuevos que delante tenían un ausente y a los ausentes quién tenían delante.

¡Fiasco!, de repente reconocí en el ausente a mi primo T de Cirat, al que solo veo de años en años. Pero no se lo tomó a mal.

El Mijares estaba muy representado en esa cola, porque la causante parcial del atasco era mi amiga M, natural de Campos de Arenoso, el pueblo que duerme bajo las aguas del pantano de Arenoso. Digo causante porque estaba comprando para ella, sus padres y suegros, lo mismo que mi primo T; otra consecuencia de la epidemia, No solo estamos ante acaparación, es que hay que comprar para los mayores para protegerles.

Tras cuarenta y cinco minutos de espera llegó mi turno. No podía ver a D, mi carnicero, entre él y yo colgaban ristras de embutidos secos, longanizas, chorizos, morcillas, picantes y no picantes. Típico de Madalena, pero no tan típica la cantidad. Se me ocurrió chancearme de D: «Esto ¿qué es? ¿una mampara de diseño?». ¡Oh! Nada mas decirlo caí en la cuenta de que no era prudente comprar embutidos secos como había pensado hasta ese momento.

De la carnicería a la quesería. Está vacía, los queseros B y F me preguntan por l'Ovella, pero no puedo responder porque llega la avalancha.

Escapo pronto y salto a la verdura con la misma suerte, F me atiende enseguida, y a renglón seguido llega otra avalancha (¿me siguen?). Aparece entonces alguien que había pedido turno y se había ausentado. Ante la satisfacción general F le responde «Pues vuelve a pedirlo».

Luego F me explica que está de mal humor porque no había contado con el cierre de las cafeterías y lleva mono de café con leche. Caigo en la idea de que el cierre de bares y cafeterías afecta tanto a trasnochadores como madrugadores. Veremos mas adelante que F. no había sido la única.

Vuelvo a casa, guardo mi compra y la que ha hecho mi hija en Consum a primera hora, con cola para entrar y pagar. Pienso que mejor comprar mas cervezas, me voy a Consum y ya no hay cola. Allí me encuentro con T, al poco llega T, T1 y T2 se dan un par de besos, no me dan tiempo para advertirles que hay que darse codazos como hice yo con E ayer. Miro alrededor pero nadie parece mosqueado.

Se queja T2 de haber sido victima de la «consecuencia café con leche matinal», T1 le ofrece una cafetera en préstamo, T2 decide comprar un par de botellas de Cava y se van juntos. Por la noche cuando el presidente dice que estarán prohibidas las reuniones en casas privadas, me acuerdo de ellos. Pero entonces el decreto aún no había entrado en vigor. Yo prefiero irme a casa a empezar el aislamiento.

Decido escribir este diario.

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